Quienes terminan el nivel de educación media deben enfrentar el “Examen de Estado de la Educación Media, Saber 11°”, tradicionalmente conocido como el ICFES. Este es un instrumento de evaluación que busca medir la calidad de la educación, estandarizando puntajes a nivel nacional, siendo el Estado colombiano quien emite y respalda el resultado. Este examen, se compone de cinco pruebas: Lectura Crítica, Matemáticas, Sociales y Ciudadanas, Ciencias Naturales e Inglés.
Es un evento estresante, sumado a la larga lista de situaciones que se enfrentan los jóvenes en ese momento de su vida. Suele convertirse en el dolor de cabeza, pues se somete a juicio todo el proceso formativo hasta el momento. Se evalúa el desempeño académico en conjunto, de una manera intensiva y objetiva, antecedida por la noción de ser la puerta de entrada para la educación superior, y la ilusión propia de un buen resultado. ¡qué barullo!
En su afán por garantizar un buen desempeño en la prueba, las instituciones educativas y los padres de cada muchacho, suman esfuerzos para compensar los vacíos de conocimientos que hubiesen podido presentarse hasta el momento. Simulacros, preicfes y de más actividades complementarias que aumentan expectativa y la presión para obtener un triunfo. Otros dicen: - no es tan importante, - se puede volver a presentar… Lo cierto es que es un requisito y un indicador de cómo se han afrontado los estudios.
¿Habré sido un buen estudiante? La mayoría puede responder con un contundente sí, y la evidencia es estar culminando el ciclo formativo, pero la realidad llega con los resultados del examen. Habitualmente se asume que el aprendizaje es un proceso memorístico, de almacenas muchos datos e información y fórmulas. Sin embargo, la raíz de todo no es la memoria, sino las habilidades. Cuando en el examen se habla de Lectura Crítica y Matemáticas, el propósito es evaluar las capacidades de análisis, síntesis y resolución. No, no es si se sabe de memoria los autores españoles del Siglo XVII o la tabla de 11. O tampoco es que si alguien no puede recitar todas las capitales europeas le va a ir mal en el examen.
Aunque es importante tener una base firme de conocimientos, es imposible pretender recopilar toda la información repartida en 11 años de estudio para comprimirla en unos pocos meses. Es abrumador y desanima ver que hay temas de los que no hay información, aunque existe la consciencia de haberlos visto. Son cientos y cientos de contenidos curriculares que forman parte de los impartidos en el aula a lo largo de la primaria y el bachillerato. Se asume que el conocimiento responde a un proceso constructivo, por eso si evalúo los últimos temas y se logra, se entiende que toda la estructura está bien, pero cuando no, es difícil encontrar dónde estuvo el vacío.
Por otra parte, la lectura crítica hace referencia a poder tomar la información presente en un texto, reconocerla y utilizarla, no depende de la cantidad de conocimientos, sino de haber desarrollado la habilidad y contar con las destrezas de pensamiento para el análisis requerido. Se asume que como esta habilidad va desarrollándose durante el proceso formativo, pero al no ser evaluada de manera directa puede pasar desapercibida su ausencia, haciéndose notar sólo en este tipo de evaluaciones. Del mismo modo, componentes como el de sociales y ciudadanas requieren un tipo de pensamiento más sensible a la realidad, y aunque conocer la historia ayuda, es la manera de razonar la que termina el resultado.
De nada sirve desbordarse en datos y contenidos de materias, si los procesos de razonamiento no son fortalecidos. La capacidad de discernimiento y un pensamiento crítico son la clave para afrontar la prueba. Actualmente, la solución a esta carencia se encuentra en las instituciones especializadas. Ipler lleva 49 años brindando las herramientas para el desarrollo de la lectura crítica para la comprensión de los textos. Para estar listo hay que contar con el tipo de razonamiento que el examen requiere. Y tú ¿estás listo?
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