De acuerdo con la UNESCO (2019), la inclusión pone en el centro de la educación el
respeto y la valoración de la diversidad.
En este sentido, la educación inclusiva es un proceso permanente que invita a reconocer,
valorar y responder los intereses de los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, para
promover el desarrollo y el aprendizaje sin ningún tipo de discriminación (MEN, 2017). Un
sistema educativo inclusivo es el que valora la diferencia y reconoce que todas las personas
son distintas, promoviendo cambios permanentes para conseguir una educación pertinente
y de calidad, de acuerdo con las características del contexto.
Para comprender el concepto de inclusión, es importante conocer posturas acerca de la
discapacidad. Actualmente, se ha dejado atrás el modelo médico histórico que, en esencia,
consideraba a la discapacidad como un problema personal de salud, causado directamente
por una enfermedad, un trastorno o un accidente, que requería asistencia médica y
rehabilitación individual para facilitar la adaptación de la persona afectada a su nueva
situación. Es así como se pasa a un modelo biopsicosocial, donde se concibe la
discapacidad como una interacción entre las condiciones físicas, mentales, intelectuales o
sensoriales a largo plazo con las barreras físicas, actitudinales y comunicativas que se
encuentran en el entorno.
Es por ello que en Colombia, han surgido decretos como el PIAR (planes individuales de
desarrollo y ajustes razonables)
El PIAR se constituye en la herramienta idónea para garantizar la pertinencia del proceso de
enseñanza y aprendizaje del estudiante con discapacidad dentro del aula, respetando sus
estilos y ritmos de aprendizaje. Es un complemento a las transformaciones realizadas con el
Diseño Universal de los Aprendizajes.
El PIAR es el proyecto para el estudiante durante el año académico, que se debe llevar a
cabo en la institución y en el aula en conjunto con los demás estudiantes de su clase, y
deberá contener como mínimo los siguientes aspectos:
1) descripción del contexto general del estudiante dentro y fuera del establecimiento
educativo (hogar, aula, espacios escolares y otros entornos sociales).
2) valoración pedagógica.
3) informes de profesionales de la salud que aportan a la definición de los ajustes.
4) objetivos y metas de aprendizaje que se pretenden reforzar.
5) ajustes curriculares, didácticos, evaluativos y metodológicos para el año electivo, si se
requieren.
6) recursos físicos, tecnológicos y didácticos, necesarios para el proceso de aprendizaje y la
participación del estudiante.
7) proyectos específicos que se requieran realizar en la institución educativa, diferentes a
los que ya están programados en el aula, y que incluyan a todos los estudiantes.
8) información sobre alguna otra situación del estudiante que sea relevante en su proceso
de aprendizaje y participación.
9) actividades en casa que darán continuidad a diferentes procesos en los tiempos de
receso escolar.
Referencias:
1. Ministerio de Educación Nacional (2017). Decreto n.º 1421 de 2017: por el cual se
reglamenta en el marco de la educación inclusiva la atención educativa a la
población con discapacidad. Bogotá.
2. lcaribe ● Celemin, J; Martínez, D; Vargas, C; Bedoya, M; Angel, C. (2016).
Fundamentos del Programa de Educación Inclusiva de la Fundación Saldarriaga
Concha. Publicaciones Fundación Saldarriaga Concha. Bogotá D.C. 41p.
https://www.academia.edu/12159334/Aula_para_todos_Si_tu_est%C3%A1s_estamo
s_todos
3. UNESCO (2019) Foro Internacional sobre equidad e inclusión en la educación –
Todas y Todos los estudiantes cuentan, Cali Colombia.
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000372651_spa
4. Decreto 1421 de 2017
